Mucha gente piensa que el trabajo de contable es rutinario y aburrido. Muchos números, operaciones que se repiten constantemente y falta de creatividad. La verdad es que la contabilidad puede ser un asunto extremadamente complejo e incomprensible para algunas personas, mientras que para otras puede ser un trabajo fácil e intuitivo. Entre los factores que determinan lo fácil que le resultará a una persona llevar la contabilidad se encuentran las aptitudes personales, los intereses, el nivel de estudios, el campo de trabajo anterior y muchos otros. Para ser bueno en esta profesión, en primer lugar hay que tener un pensamiento analítico y amar los números.
Un contable no es sólo una persona que coge facturas y documentos bancarios y los procesa en el ordenador. Debe adquirir una comprensión completa del negocio de sus clientes, porque sólo así les será óptimamente útil.
La profesión de contable es muy responsable, muy valorada y respetada en todo el mundo. Va acompañada de momentos estresantes y bastante agobiantes. El contable debe trabajar con grandes volúmenes de información y vigilar los frecuentes y constantes cambios en la legislación. En contabilidad, cada pequeño detalle es importante. Uno se acostumbra a hacerlo todo con cuidado, precisión y conciencia.
Cualquier especialista que decida elegir la profesión de «contable» debe tener diligencia, atención, una actitud paciente ante el trabajo rutinario y la capacidad de planificar adecuadamente las actividades laborales. A las cualidades personales de un contable hay que añadir la resistencia al estrés, el pensamiento lógico, el equilibrio, la puntualidad, la responsabilidad y la honradez.